Entradas

Epílogo - Dios tiene sus planes

Faltan todavía días para que terminemos de bajar e integrar la experiencia que este viaje nos ha procurado; pero de una cosa estoy segura: su impronta permanecerá si no siempre, largo tiempo en nuestro interior. O al menos, eso me gustaría. Hay muchas, muchas cosas que agradecer. Por supuesto, los consabidos aunque no por ello menos importantes “no ha pasado nada, hemos llegado y hemos vuelto, no hemos perdido nada, nuestro botiquín ha sido dinero (poquito ;) tirado”. Por mi parte también, lo maravillosa que ha sido Blanca como compañera de viaje (ya me lo adelantó su amiga Ana ;), y como amiga. Ambas teníamos la sensación, la confianza, y sobre todo la voluntad; pero tantas horas y días juntas tête a tête, en condiciones o entornos no siempre cómodos ni fáciles, pueden dar mucho de sí. La realidad es que nunca se sabe: siempre se puede encontrar uno sorpresas cuando profundiza en las personas, o las trata un poco más allá. Y, al fin y al cabo, no hace tanto que nos conocemos. ...

Mumbai - Barcelona

Y llegó el final de nuestro viaje, porque todo tiene un fin, menos la salchicha que tiene dos. Coincidiendo al fin con mi vuelta al sol, y perdón que insista tanto, pero tantos días llevo nombrándolo que, cuando toca de verdad, pues también habrá que nombrarlo. Más que nada, porque el día fue un poco estresante tot plegat; pero con final feliz. Comenzó muy bien durmiendo más que de costumbre, paseando un rato por Marine Drive -el "Miami Beach" en que se hallaba nuestro hotel-, haciéndonos de nuevo fotos con todos esos fans que nos han salido en la India no sabemos porqué, y despidiéndolo para terminar de pasar el día conociendo un poco más Mumbai: nos recogieron a media mañana y nos depositaron de nuevo en el Café Leopold, para que pudiéramos pasearnos por las tiendas de Colaba, el barrio en que se encuentra, y comer después allí. Nos gastamos las últimas Rupias que nos quedaban y hasta un poco (más) de tarjeta de crédito (conseguí meter una alfombra que no estaba prevista en...

Mumbai (3)

En nuestro penúltimo día en la India hemos amanecido abrazaditas al Monzón (ya nos extrañaba), y su cariño húmedo y pegajoso nos ha acompañado durante todo el día; así que hemos podido hacer pocas cosas: ver Bombay bajo la lluvia desde la ventana del coche, lo cual, si te llevan, pues tampoco está mal, y poder ponernos así a bailar haciendo el mongo en el asiento cada vez que sonaba el teléfono de Chatish, que tiene una música (india) muy animada y pegadiza.  Nos hemos paseado por toda la ciudad, que a partes recuerda a Londres (incluso hemos visto un casi Big Ben): hemos pasado por delante de los jardines colgantes (que lo son porque están construidos sobre un depósito de agua), de las Torres del Silencio, que vendrían a ser como un cementerio parsi (colocan a sus muertos allí para que los devoren los buitres, y luego tiran los huesos, previamente reducidos a cenizas con ácido sulfúrico, a una fosa común), del barrio de los más ricos, con sus vacas sagradas particulares (los cocha...

Mumbai (2)

Mumbai está suponiendo un respiro para nuestros sentidos, que habían quedado un poco exhaustos con nuestro místico recorrido, sobretodo Varanasi.  Efectivamente, como ayer vislumbramos, es moderna, cosmopolita, amplia. Hace calor, pero muy soportable, hay tráfico, pero no excesivo, hay bocinazos, pero normales. La religión y la fe quedan aquí en un aparte. Solo en su parte vieja, que también hemos visitado un poco, nos hemos vuelto a acercar a esa India profunda anterior y a su ensordecedor ruido, pero incluso así, amortiguado.  Chandana nos a recogido a las 9.30h y nos ha llevado, con Chatish, nuestro chófer de ojos pillos y sonrientes, a recorrer la ciudad.  Primero la Puerta de la India, único monumento aquí nos ha dicho (qué bien :), junto al hotel Taj Mahal, impresionante, todo abierto al Mar Arábigo. Después hemos ido a visitar la Estación Victoria, bonita, grande y sin aglomeraciones, y después, algo que nos llamó mucho la atención a raíz de una película que Blanca...

Mumbai

Hemos dejado Varanasi sin excesiva pena; nos ha gustado mucho conocerla, pero no es un lugar fácil, y su calor y humedad tan tremendos, constantes, no ayudan. Guardaremos no obstante no pocos recuerdos especiales de esta agitada y mística ciudad. Hemos decidido en el coche, de camino al aeropuerto, que hablaríamos en catalán profundo cuando queramos asegurarnos de que no nos entiendan, o poniéndole acento polaco, ya empezando a poner la técnica en práctica XDD Porque estos indios lo pillan todo. No es la primera vez que estamos enfrascadas en alguna de nuestras habituales animadas charlas, y el chófer, que supuestamente solo habla inglés, nos contesta alguna duda que nos planteamos, o se mete en la conversación. ¡Diablos...! En en el aeropuerto de Varanasi, que es, curiosamente, bastante más moderno y limpio que el de Delhi, parece que hemos recuperado nuestro glamour: ya nos han pedido de nuevo fotografías, cuales famosas artistas. Nos resulta divertidísimo. En esta ocasión han sido u...

Varanasi (3)

Nuestro segundo día en Varanasi (el primero no cuenta, solo llegamos) ha comenzado con un madrugón para mí: a las 7 de la mañana salía del hotel con Benito para dar un paseo en barca desde el Ganges, que permitiría ver la ciudad vieja y todos sus Ghats, más de 80, desde la otra perspectiva, la del agua.  Blanca ha preferido no venir, tanto por el calor (que persistía: a los 3 segundos de dejar el hotel yo ya estaba empapada), como por el agobio solo de pensar en abarrotamientos (que aquí son mayúsculos). El plan concertado era hacer esto mismo en una barquita de remos, en petit comité, pero a causa de la crecida del Ganges (a su vez, a causa del Monzón, que se ve que este año se ha pasado diez pueblos), al parecer es peligroso por la fuerte corriente y lo han prohibido, así que han montado un Plan B, consistente en un mini-crucerito.  La verdad es que, salvo por el calor, ha estado muy bien: no éramos muchos en el crucerito, ni era demasiado grande, y en cambio la estampa que ...

Varanasi (2)

Esta mañana hemos conocido a Binit (Benito para nosotras), nuestro nuevo guía, que lleva el pelo naranja. Nos ha hecho mucha gracia porque venimos viendo a unos cuantos, curiosamente por lo general mayorcetes, y nos reímos siempre (malasss), porque les queda fatal. Con el cabello tan bonito que tienen los indios. Nos ha explicado Benito, a nuestra pregunta, claro, que se ponen henna. Henna naranja. Tal cual. Qué cosas. Con Benito hemos recorrido las infinitas y laberínticas calles del corazón de Benarés, que no son ni calles ni callejuelas, son callejuejijelitas diminutas abarrotadas de miles de personas y de tugurios y de basura y de cables y de suciedad. Y con un calor literalmente INFERNAL. Nada comparable al que ya hemos venido pasando hasta ahora. El hormigueo es incesante; los pitidos, también. Porque por esas callejuelas estrechas en las que caben 3 personas a lo sumo también pasan motos continuamente, pitando y pitando.  Mendigos, niños, supuestos sacerdotes vestidos de nar...